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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

NO HAY AÑOS MALOS

NO HAY AÑOS MALOS

NO HAY AÑOS MALOS

Mi percepción a medida que vivo, es que no hay años malos; hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en  que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, perdonar, reír, aprender cosas nuevas, haber desafiado nuestros egos y apegos.  Por eso, no  debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje. 

Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas y situaciones, depende sólo del cultivo de la voluntad.  Si no me  gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo; "Ser feliz es  una decisión", no nos olvidemos de eso.

Entonces, con estos criterios me  preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año 2015 porque estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: 

    A aprender a amar 
    A dejar huella 
    A ser felices 

En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que  ayudan en estos puntos: 

    Aprender a amar la responsabilidad, como instancia de crecimiento. 

  
El trabajo sea remunerado o no, dignifica tanto el alma como el espíritu y nos hace bien a nuestra salud mental.  El significado del cansancio es visto como algo negativo, de lo cual debemos deshacernos y no como el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros.  A esta tierra vinimos a cansarnos,  para dormir tenemos siglos después. 

    Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero.
  
Quizás en el 2019 deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos, con placer, decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor. 
  
    Cultivar el desarrollo de la fuerza de voluntad.
  
Este maravilloso talento de poder esperar y de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores.  Este es el gran elemento a educar no sólo el 2015, sino durante todo el resto de nuestras vidas. 

Es dentro de todo este trabajo, que nos debiéramos concentrar en:
 
    Sentarnos en la mesa en familia, mínimo una vez a la semana, ojalá pudiera ser todos los días.

    Mientras estemos comiendo, apagar los televisores, y no contestar teléfonos.  Sentir que los únicos ruidos que se escuchen sean los de nuestras voces.


    Tratarnos bien como país, amigos, familia, saludarnos en los ascensores, a los guardias, los conductores de los buses, sonreír por lo menos una vez al día; pero sobre todo amarnos a nosotros mismos.
 
    Crear dentro de nuestras casas, u hogares, cierto desorden que acuse que ahí hay vida.  Para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta  manchados.  Nuestras casas, independientemente de nuestros recursos, se están volviendo demasiado perfectas, tanto que pareciera que nadie puede vivir adentro.
 
    Tengamos contacto con la naturaleza, juguemos, riamos y démonos el tiempo de compartir con los abuelos, imprimámosles las fotos para que las vean como a ellos les gusta y disfrutemos de su sabiduría.  Acostumbremos a nuestros hijos a compartir con ellos, así entenderán sus historias.
 
    Tratar de crecer en lo espiritual, cualquiera sea nuestra visión al respecto. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia del nuevo siglo: la inteligencia espiritual.
 
    Dosifiquemos la tecnología, fomentemos la conversación, los juegos "antiguos", los encuentros familiares, con amigos, en casa.  Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias. 
 

Si logramos trabajar en estos puntos, o por lo menos el intentarlo, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia con las personas felices, no tiene que ver con los problemas que tengamos, sino con la “actitud” con la cual enfrentaremos lo que nos toque. 
 
Este nuevo año, vendrá con todo lo necesario para disfrutarlo al máximo; lo bueno, malo, bonito y lo feo; acojámoslo con amor, gratitud y con el alma abierta a todo lo que tendremos que aprender de él.
 

 

autor  desconocido

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