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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

SÍNDROME DEL EMPERADOR

SÍNDROME DEL EMPERADOR

SÍNDROME DEL EMPERADOR
(Cuando los hijos maltratan a los padres)
 
No son mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente.  Son los protagonistas del llamado "síndrome del emperador", un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad.

Este tipo de violencia no es nueva, pero en los últimos años su incidencia se ha disparado: desde el año 2000, los casos de este tipo de maltrato se han multiplicado por seis.  Estos datos podrían reflejar sólo la punta del iceberg del problema, por la resistencia de los padres a denunciar a sus propios hijos.  Recientemente un caso sacó a la luz pública esta situación cuando una madre norteamericana rogó a los servicios sociales que se ocuparan de su hija, cuyo comportamiento violento (golpes, robos, amenazas) ya no era capaz de resistir.   Sin embargo, "éste no es un caso característico, porque la tendencia de los padres es a encubrir el problema". 
 
En muchos países, el fenómeno se ha tratado durante años y los datos sobre su incidencia son preocupantes.  Un estudio realizado en Estados Unidos advierte que la violencia (no exclusivamente física) de adolescentes hacia sus padres tiene una incidencia de entre el 7 y el 18 por ciento en las familias tradicionales.
 
¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres? 
 
Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayudan al desarrollo de este síndrome.

Un grupo de psicólogos mencionan como razones para que se de este síndrome: "el abandono de las funciones familiares, la sobreprotección y sobre exigencia simultáneas, los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo, la ausencia de autoridad, la permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos.  Se les educa más en otros entornos sociales que en la familia, algo que no ocurría hace tan sólo una década".
 
Sin embargo, para otros expertos, aspectos familiares o sociales, como la permisividad o la ausencia de autoridad, no son suficientes para explicar este fenómeno.  "Un padre excesivamente permisivo tiene como resultado un hijo caprichoso e irresponsable, pero no un hijo violento. La permisividad puede echar a perder a un niño (volverse vago, juntarse con malas compañías, cometer delitos), pero si hay violencia es como resultado de un proceso de deterioro personal por falta de educación, generalmente al final de la adolescencia".  

Vicente Garrido Genovés, psicólogo criminalista y autor de Los hijos tiranos, considera que el síndrome del emperador se da en niños que "son incapaces de desarrollar emociones morales (como la empatía, el amor o la compasión), lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones".   Igualmente asegura, que el "síndrome del emperador" tiene causas tanto biológicas (dificultad para desarrollar emociones morales y conciencia) como sociológicas, ya que, en la actualidad, "se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo.

"La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más facilidad para exhibir la violencia".

Carlos Peiró coincide en que el elemento decisivo son "las carencias más o menos claras en la adquisición de competencias personales", agudizado por el hecho de que "el hijo ideal de los padres está en franca contradicción con los hijos sociales ideales definidos por la sociedad de consumo".

La importancia de los medios en este factor es clave: "La televisión enseña valores muy hedonistas y consumistas -apunta Garrido-, y dificulta el aprendizaje del autocontrol, es decir, la capacidad de esforzarse por renunciar a cosas inadecuadas y para perseguir metas que requieren esfuerzos.  Los hijos tiranos ven en los medios muchas conductas y metas que son coincidentes con lo que ellos desean: pasarlo bien y hacer lo que quieran sin que nadie les obstaculice".

Lo que para muchos es una falta de disciplina que se soluciona con un "llamado de atención a tiempo", es, sin embargo, un problema mucho más profundo que exige "ayudar a que el niño desarrolle una conciencia sólida; y esto se logra aplicando castigos razonables, pero firmes, y explicando las razones morales y prácticas que supone su mala acción.  
 
Las madres, principales víctimas:  Los escasos estudios realizados en el mundo sobre este fenómeno no permiten elaborar un perfil exacto de las familias que acogen a un niño o joven con el "síndrome del emperador". Sin embargo, los expertos coinciden en que en "la mayoría de los casos se da en madres que vuelven a tener otra pareja".  Estas madres generalmente son las víctimas contra quien se produce este tipo de violencia, y principalmente reciben agresiones físicas, aunque también son habituales las verbales.  En algunos casos la intimidación se produce con un cuchillo o un arma similar.
 
Otra característica del "síndrome del emperador" es que esta violencia familiar tiene una incidencia sensiblemente superior en hijos adoptados frente a los biológicos.  No suelen tener antecedentes delictivos.
 
Cómo detectar un "emperador" en casa:

    Muestran incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera) auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.
 
    Muestran incapacidad para aprender de los errores y de los castigos.  Ante la desesperación de los padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece guiado por un gran egocentrismo.
 
    Tienen conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades.
 
Cómo enfrentarse al síndrome:

    Los padres debe desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones morales.
 
    Los padres deben establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño.
 
    Los padres deben prestarle ayuda a sus hijos para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego.
 
Vicente Garrido Genovés
Psicólogo criminalista
Autor de: Los hijos tiranos

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