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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

¿ACASO YO MISMO HE DE PERDONAR A DIOS?

¿ACASO YO MISMO HE DE  PERDONAR A DIOS?

 

¿ACASO YO MISMO HE  DE   PERDONAR A DIOS?
 
Hay momentos en que he estado al borde de mi vida, aniquilado por las adversidades, derrotado por las tribulaciones, agobiado por las lamentaciones, penas y amarguras; masticando en mi boca únicamente el sabor más intimo de la miseria.
 
Encontrándome sin ningún vestigio de luz, en una oscuridad tan fría como desolada, sin esperanza o quizás en su total presencia; sin el menor indicio de aliento, consuelo o coraje para seguir viviendo; sólo y abandonado, lamiendo mis propias heridas.  He comprobado la muerte aún estando con vida, he podido sentir la peor de las cegueras humanas, al cerrar mis ojos al espíritu; permitiendo que todo mi ser fuera sólo carne, carne tan podrida y tan insípida, que ni los mismos gusanos querrían comerla.

Y, estando en el mismo borde de mi vida, a un sólo paso de cruzar la línea, línea que por cierto no imaginé fuera tan ancha, he dicho: ¿Por qué sigo viviendo?… ¿Por qué aún no he muerto?… ¡Dios, ten compasión de mí, quítame este tormento! ¡Perdóname, porque no quiero seguir viviendo…! Pero, en ese momento, escucho una voz, y digo: ¿qué pasa?, ¿qué es esto?, ¡¿acaso un sueño…?!

La voz que escucho, sale de mí, desde lo más adentro, y entonces, pregunto: ¿Quién es?… ¿De quién es la voz?… ¿Eres Tú, mi Dios?… ¡Dime, ¿eres Tú…?!
 
Y la voz dice:
 
“¡Sí! ¡Soy Yo! Yo quien te digo: “¡Hijo, perdóname…!”
 
¡Señor, mi Dios! ¿Pero, cómo?… ¿Cómo Tú, me dices eso?… ¿Qué puedo yo perdonarte, cuando es todo lo contrario…?

Nuevamente, escucho la voz:
 
“¡Hijo, desde antes que tú lo pidieras o quisieras, Yo, ya te había perdonado…! Ahora, mi querido hijo, sé que te servirá más que tú me perdones a Mí…”

Y continúa diciendo:
 
 “Hijo, perdóname, por regalarte: La vida, el universo, la luz, el día, la noche, el sol, la luna, las estrellas,…”

“Hijo perdóname, por darte: El agua, el aire, el viento, el mar, los árboles, las montañas, las flores, los animales,…”

“Hijo perdóname, si por haberte amado tanto, sentiste que te abandonaba…”

“Hijo perdóname, si por dejarte libre, sentiste que no te ayudaba…”

“¡Hijo, mi amado hijo: Perdóname, si por dártelo todo, sentiste que no daba nada…!”
 
Autor Desconocido
 
ESTÁS EN MANOS DE DIOS
 
Piensa que estás en manos de Dios, tanto más fuertemente agarrado, cuanto más decaído y triste te encuentres.  Vive feliz, te lo suplico. Vive en paz. Que nada te altere.  Que nada sea capaz de quitarte tu paz.  Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.  Haz que brote y conserva siempre en tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige.
 
Y en el fondo del alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios.  Recuerda: cuanto te reprima o inquiete es falso.  Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios.  Por eso cuando te sientas apesadumbrado y triste, adora y confía...
 
P. Teilhard de Chardin
 
Un Abrazo, que Dios te bendiga, te muestre su rostro, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, muchas bendiciones de Vida, Paz, Amor, y mucha Prosperidad; 

 

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