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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

TENER FE

TENER   FE

 


TENER FE
Tener fe es aceptar lo que Dios permite en nuestra vida aunque no lo entendamos, aunque no nos guste.  Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber porqué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.

Tener fe es dar cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos.  La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.

Tener fe es creer en lugar de recurrir a la duda, que es lo más fácil.  Si la llama de la confianza se extingue, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo.  Para muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros.  Pero todavía hay una forma más elevada de creer.  Saber que nuestra vida está en las manos de Dios y que Él es quien cuida de nosotros.

Tener fe es guiar nuestra vida, pero no con la vista, sino con el corazón.  La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza.  Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala, no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.

Tener fe es levantar cuando se ha caído.  Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura.

Tener fe es arriesgar todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal.  Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.

Tener fe es ver positivamente hacia adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán doloroso el pasado.  Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.

Tener fe es confiar, pero confiar no sólo en las cosas y en las personas, sino en el Dios que obra, actúa y habla a través de las personas.  Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes.  Cierto que siempre habrá gente que lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso con aquel en quien confías dos veces.

Tener fe es buscar lo imposible, sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar.

Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.

Tener fe es andar por los caminos de la vida de la misma forma en que lo hace un niño: tomados de la mano de nuestro padre. 

Tener fe es dejar nuestros problemas en manos de Dios y arrojarnos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación.

Tener fe es descansar en Dios para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.

“Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar y esperar que las situaciones difíciles cambien, y la necesaria humildad para aceptar que muchas veces el que tiene que cambiar, eres tú”

Autor Desconocido   
  
En ciertas circunstancias, ¡Cuánto nos cuesta creer que Dios puede!  ¡Cuánto batallamos con nuestros razonamientos o los de otros cuando se trata de creer en Dios!  ¡Cuánto se tambalea nuestra fe, cuando pedimos y esperamos y seguimos esperando y nuestra petición no es contestada!
 
Hay infinidad de razones por lo cual eso sucede, pero, recuerda que para Dios no hay nada imposible, y para el que cree, todo es posible.  No dudes por razón de las experiencias de otros, ni permitas que el afán y la ansiedad te conduzcan al laberinto de la incredulidad.
  
ORACIÓN:
 
Señor;
  
En medio de las dificultades, aumenta mi fe. 
Cuando la noche me cubra con su velo, aumenta mi fe.
Si las penalidades de la vida oscurecen en mí tu rostro, aumenta mi fe.
Cuando me asalten las tentaciones de la vida, aumenta mi fe.
En los momentos de duda, de desesperación, de ceguera, aumenta mi fe.
Señor, te pido que cuando Tú escapes a mi mente, tu gracia me anime y me fortalezca por dentro para que mi capacidad de razonar me ayude a profundizar en la fe, y para que esa fe ilumine la senda de mi razonar.
 
Amén  

 

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