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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

CHARCOS DE LODO

CHARCOS DE LODO

CHARCOS DE LODO
 
    Cuando veo esas plantas llamadas dientes de león, yo veo hierba dañina invadiendo mi patio.
    Mis hijos, ven flores para regalarme y soplan la pelusa blanca pensando en un deseo.

    Cuando un mendigo me sonríe, veo a una persona sucia que probablemente quiere que le dé algo de dinero y eso me incomoda.
    Mis hijos ven a alguien que les sonríe y ellos responden con otra sonrisa.

    Cuando oigo música, me siento y escucho, porque no sé cantar y no tengo ritmo.
    Mis hijos cantan, bailan y si no saben la letra, se la inventan.

    Cuando siento un fuerte viento en mi rostro despeinándome y empujándome hacia atrás, lo resisto con todas mis fuerzas.
    Mis hijos cierran sus ojos, abren sus brazos y se dejan arrastrar por él, hasta que caen al suelo vencidos por la risa.

    Cuando yo oro, digo Tú y nosotros, concédeme ésto y dame aquello.
    Mis hijos dicen, ¡Hola Dios!, te doy las gracias por mis juguetes y mis amigos.  Ayúdame a no tener malos sueños ni pesadillas esta noche y cuídame, todavía no quiero ir al cielo.

    Cuando veo un charco de lodo, rápidamente me alejo de él, porque ya me imagino zapatos llenos de lodo y alfombras y suelos sucios.
    Mis hijos se sientan en él, ven diques para construir, ríos para cruzar y toda clase de animales para jugar.

Entonces, yo me pregunto: ¿los hijos nos fueron dados para enseñarles o para aprender de ellos? 
 
Autor Desconocido 

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