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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

CUANDO SEA VIEJO

CUANDO SEA VIEJO

 
CUANDO SEA VIEJO
 
    "El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia e intenta comprenderme..."
 
    Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, recuerda las horas que pase enseñándote a hacer las mismas cosas.
 
    Si cuando conversas conmigo repito y repito las mismas palabras que sabes de sobra como terminan, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
 
    Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y compréndeme, que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando niño te ayudé y estuve paciente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
 
    No me reproches porque no quiera bañarme, no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los miles de pretextos que te inventaba para hacer más agradable tu aseo. Acéptame y perdóname ya que soy el niño ahora.
 
    Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona. Acuérdate que yo fui quien te enseñó tantas cosas.
 
    Comer, vestirte y tu educación para enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia por ti.
 
    Cuando en algún tiempo mientras conversamos me llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te burles de mí, tal vez no era importante lo que hablaba y me conforme con que me escuches en ese momento.
 
    Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas, sé cuánto puedo y cuánto no debo, también comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.
 
    Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas de andar, dame tu mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.
 
    Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades, algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o cuanto te ame. Trata de comprender que ya no vivo, solo sobrevivo, y eso, no es vivir.
 
    Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer, piensa entonces que con el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.
 
    No te sientas triste o impotente por verme como me ves, dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir. De la misma manera que te he acompañado en tus senderos te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
 
    Hijo, si yo te olvido.... por favor no te olvides de mí.
 
Autor Desconocido    

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