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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

MI BÚSQUEDA

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UN HOMBRE...
  
He encontrado en mi vida amigos, enemigos, conocidos, científicos, intelectuales, pacifistas y aún continúo mi búsqueda porque lo que yo deseo es:  ¡Un Hombre!

    Un hombre que no tema a la ternura; que se atreva a ser débil cuando necesite detenerse a recobrar fuerzas para la lucha diaria; que no piense que al amarme lo derroto, o que al amarlo me aniquila.
    Un hombre que me proteja de los demás y de mí misma, que conociendo mis errores, los acepte y me ayude a corregirlos.
    Un hombre que quiera y sepa reconocer mis valores espirituales y sobre ellos pueda construir todo un mundo; que nunca me rebaje con su trato.
    Un hombre que con cada amanecer me ofrezca una ilusión, que aliente nuestro amor con toda delicadeza para que una flor entregada con un beso tenga más valor que una joya.
    Un hombre con el que se pueda hablar, que jamás corte el puente de comunicación y ante quien me atreva a decir cuanto pienso, sin temor de que me juzgue y se ofenda, y que sea capaz de decírmelo todo, incluso que no me ama.
    Un hombre que tenga siempre los brazos abiertos para que yo me refugie en ellos cuando me sienta amenazada e insegura, que conozca su fortaleza y mi debilidad, pero jamás se aproveche de ello.
    Un hombre que tenga abiertos los ojos a la belleza, a quien domine el entusiasmo y ame intensamente la vida; para quien cada día sea un regalo inapreciable que hay que vivir plenamente, aceptando el dolor y la alegría con igual serenidad.
    Un hombre que sepa ser siempre más fuerte que los obstáculos, que jamás se amilane ante la derrota y para quien los contratiempos sean más estímulos que adversidad, pero que esté tan seguro de su poder que no se sienta en la necesidad de demostrarlo a cada minuto en empresas absurdas sólo para probarlo.
    Un hombre que no sea egoísta, que no pida lo que no se ha ganado, pero que siempre haga esfuerzos para tener lo mejor porque lo ha ganado.
    Un hombre que goce dando y que sepa recibir.
    Un hombre que se respete a sí mismo, porque así sabrá respetar a los demás; que no recurra jamás a la burla ni a la ofensa, que más rebajan a quien las hace que a quien las recibe.
    Un hombre que no tenga miedo de amar, ni que se envanezca porque es amado; que goce el minuto como si fuera el último, que no viva esperando el mañana porque tal vez nunca llegue.
  
... Cuando lo encuentre, lo amaré intensamente.

UNA MUJER...
 
En mi paso por este mundo he conocido toda clase de personas, de todas las condiciones sociales; pero a fin de cuentas sólo se ha tratado de gente, y lo que yo busco es:  ¡Una Mujer!
  
    Una mujer que no sea una muñequita de aparador, ni la rosa candorosa e ingenua.  Tampoco que sea la hermosura mercenaria, ni la madre sumisa y abnegada o la esclava del hogar.
    Una mujer  que se atreva a ser ella misma con todas sus potencialidades.
    Una mujer que no tema ser fuerte, segura e independiente, porque con ello no pierde su feminidad, y en cambio, toma el lugar que le corresponde en la evolución de la pareja humana.
    Una mujer dispuesta a descubrir y a desarrollar todos sus valores y potencial, porque los hombres no maduramos emocionalmente jamás si tenemos compañeras, madres o hermanas que han dado poca importancia al crecimiento como personas. La evolución supone un crecimiento compartido.
    Una mujer preparada y decidida, que no sólo sepa qué hacer, sino cómo y cuándo hacerlo, porque así será un respaldo para mí, como yo con gusto lo seré para ella.
    Una mujer que me descargue de todo el peso de un amor no entregado, porque nunca antes alguien lo había recibido por completo.
    Una mujer que me ayude a verme como soy, no como creo que soy. Que tenga tacto al decirme mis defectos en el momento en que soy más receptivo, para que digiera la crítica constructiva y pueda así, florecer como persona.
    Una mujer que sea tierna, sin que pierda firmeza; seria sin llegar a ser solemne; deseosa de superarse sin sentirse superior; dulce, sin ser melosa, y con la frescura de una chamaca, sin caer en lo pueril.
    Una mujer que sea mi compañera en todo: desde tender la cama juntos, hasta adentramos en una aventura intelectual, pasando por la experiencia de trabajar hombro a hombro y recorrer un parque en bicicleta.
    Una mujer que no se alarme si alguna vez me ve llorar (quiero recuperar esa capacidad de expresión reprimida por el machismo) y que me aliente a "darme permiso" de ser débil y a pedir ayuda a pesar de ser el hombre fuerte.
    Una mujer que descubra lo que le gusta en la vida, y que se esfuerce por averiguar lo que quiere realmente de la misma, teniendo el valor de pagar el precio de sus más grandes anhelos.
    Una mujer que no se deje utilizar y que nunca manipule a otro ser humano, incluyendo a su pareja, pues no tiene objeto caer en una simbiosis destructiva, cuando existe la alternativa luminosa de un crecimiento recíproco.
    Una mujer que sepa que el hombre está llamado a ser el más elevado de los seres vivientes; pero que ella, como mujer, fue concebida como la más sublime de las creaciones del universo.
 
...Cuando la encuentre, la amaré intensamente.  
 
Rafael Martín del Campo

 

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