LAS TORMENTAS
Cuentan que un día, un campesino le pidió a Dios que le permitiera mandar sobre la naturaleza para que, según él, le rindieran mejor sus cosechas. ¡Y Dios se lo concedió!
Entonces cuando el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; cuando pedía sol, éste brillaba en su esplendor; si necesitaba más agua, llovía más regularmente, y así. Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque resultó un total fracaso. Desconcertado y medio molesto le preguntó a Dios qué sucedió, si él había puesto los climas que creyó convenientes.
Dios le contestó: "Tú pediste lo que quisiste, mas no lo que de verdad convenía, nunca pediste tormentas y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consuman, y purificarlas de plagas que la destruyan."
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