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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

BIENAVENTURADOS LOS PADRES

BIENAVENTURADOS LOS PADRES

 

BIENAVENTURADOS LOS PADRES
 
Bienaventurados los padres:
 
Comprensivos, porque ellos tendrán la amistad de sus hijos.
Cariñosos, porque serán amados por sus hijos.
Honestos, porque tendrán la verdad de sus hijos.
Que dan buen ejemplo, porque los imitarán con alegría. 
Que se entienden, porque sus hijos los entenderán.
Justos, porque no serán juzgados por sus hijos.
Que acompañan a sus hijos, porque no se sentirán solos.
Que apoyan a sus hijos, porque éstos serán su apoyo.
Que siembran armonía, porque cosecharán felicidad.
Que escuchan a sus hijos, porque siempre serán atendidos.
Que consuelan a sus hijos, porque nunca les faltará consuelo.
Que velan por sus hijos, porque podrán cada noche dormir tranquilos.
 
Autor Desconocido   
  
CONSEJOS PRÁCTICOS PARA LOS PADRES
 
Que tu autoridad sea flexible, tus mandatos justos y tus argumentos comprensibles.  Que tu prohibición se ejerza con cariño.  Trata de razonar antes que imponer.  Si algo tienes que imponer, que sea sin herir y si algo tienes que decir que sea sin lastimar.  Enséñales a caminar para cuando no puedan ir llevados de tu mano.  Dedícales tiempo, pues el hijo se siente importante y dichoso de que lo tomes en cuenta.
Hazlos fuertes, no insensibles.
 

 

Siémbrales la fe de raíz y enséñales a usarla, porque con ella la tormenta puede convertirse en calma, el fracaso en victoria, los defectos en virtudes.  Dale a tu hijo amor todos los días, de niño sé su protector, de adolescente sé su maestro.  Cuando el hijo fracasa, no tomes el camino de los reproches, sino el de la solución y el aliento.  Usa el sentido del humor, que  desvanece muchas tormentas y déjales una libertad con el espacio  necesario para que crean que están manejando su vida, pero en el fondo, sígueles los pasos, entiéndeles las miradas, ajústales el dinero y ábreles el corazón.
  
 
ORACIÓN DE LOS HIJOS POR SUS PADRES
 
Dios, concédeme comprender mejor a mis padres, y saber devolverles amor por amor.  Si yo no puedo amarlos como antes es que debo amarlos más.  No ya como un niño que balbucea, sino como un hombre que sabe lo que tiene que decir, y que expresa su alma en un lenguaje dulce y fuerte.  Yo me acercaré a mi padre y a mi madre, que sufren por mí, y cuyo trabajo hasta ahora no he apreciado.
 
Esta noche diré y repetiré, con más comprensión que otras veces, la antigua oración de mi infancia: Padre nuestro, que estás en los cielos, escucha a tus hijos. Te pedimos por nuestros padres. Por medio de ellos nos lo diste todo, devuélveles todo el bien que nos han hecho.  Nos han dado la vida: consérvales la salud.  Nos han dado el alimento: dales el pan de cada día. Nos han dado el vestido: que sus almas se hallen vestidas siempre de tus gracias. Concédeles sobre la tierra la felicidad que se encuentra en servirte y amarte. Y haz que podamos estar un día reunidos en el cielo.
 
Amén    

 

 

 

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