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CARLOS MARIO GALLO MARTÍNEZ

NO TE IMPACIENTES

NO TE IMPACIENTES

NO TE IMPACIENTES
 
No te impacientes, no te acalores peligrosamente a causa de lo que pueda acontecer.  No te impacientes, no te acalores sin necesidad.  Mantente en buen estado de ánimo, aún con causa justificada, la indignación no es una ayuda sabia. La indignación sólo calienta el exterior, no produce vapor. A un tren no le ayuda nada el que se calienten los ejes de sus ruedas; su calor es solamente una dificultad. 
Cuando los ejes se calientan es a consecuencia de una fricción innecesaria.  Hay superficies secas que se destruyen entre sí, cuando debieran mantenerse cooperando suavemente por medio de un cojín delicado de aceite.
 
Cuando nos enojamos, cierta clase de arena que podemos llamar desilusión,ingratitud, descortesía, se introduce en nuestra situación y refrena el trabajo y movimiento de la vida.  El rozamiento engendra calor y con el calor se producen las condiciones de mayor peligro.
 
No te acalores en vano, ese calor ante las faltas que otros cometen sólo logra que nosotros perdamos el rumbo, y que un incendio nos destruya, y en ese estado hasta perdemos el dominio de nosotros mismos.  Muchas veces no sabemos cómo, pero de pronto no nos reconocemos, sentimos que no somos los mismos, que fue tan fuerte el golpe, que despertó en nosotros rabia, y dolor, pero ¿qué logramos? Sólo hacernos más daño, quedarnos ahí mucho más debilitados.  Por eso tratemos de no perder la paciencia, de contar hasta diez o hasta cien, de salir y dar un paseo, de escribir sobre aquello que sentimos como si quien lo ocasionó estuviera frente a nosotros.
 
Nos decimos: No pude contenerme, exploté, me superó, perdí el control, y no nos damos cuenta que explotamos y quedamos convertidos en pequeños trozos que muchas veces no podemos juntar de nuevo para volver a ser como fuimos.  Y si nos supera, entonces el ser libera una energía mayor, que luego nos sentimos muy chiquitos, y al no contenernos vamos más allá de nosotros.  Por eso no nos conocemos, y perdiendo el control sólo estamos perdiendo el timón de ese barco tan valioso que es nuestra propia vida y al perderlo quedamos a la deriva.
 
Por eso dejemos que ese calor pase, que pase lentamente, porque nuestra vida es muy valiosa y vale ese esfuerzo.
 
Autor Desconocido    

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