TOCANDO VIDAS
El viejecito ocupaba el menor espacio que podía, no quería ser notado ni quería ser una molestia, su necesidad lo obligaba a esa situación. Había quienes se sentían importunados por esa mano arrugada que se extendía con una muda petición de que se le depositara algo. Y muchas veces lo único que recibió fue una mirada desdeñosa.
Yo estaba esperando a una persona, y había estacionado mi automóvil cerca de él y fue así como tuve la oportunidad de observar, cómo un anciano mendigo tocaba la vida de los demás, de manera sutil y discreta.
Llegó junto a él un niño, apretando nerviosamente una pequeña moneda, anticipando la sensación de dar, dándole su única posesión y alejándose juguetonamente. Pasó un apurado padre, que lo usó de ejemplo para intimidar a su revoltoso hijo. Llegó una viejecita, quién no solo le dio una moneda, sino que también le obsequió el calor de una palabras de comprensión y de ánimo, para que se cuidara del frío que sin misericordia se hacía sentir.
Me bajé del auto y me dirigí resueltamente hacia él, me miró con desesperanza, por su mente pasó la eminente expulsión, pensando que yo era el propietario del negocio donde él se refugiaba.
Hizo el intento de negarse a aceptar, pero el frío reinante le dio valor para decidirse.
- Un momento por favor.
Cuando salimos del restaurante, recibí el gracias más sincero y conmovedor que he escuchado en mi vida, me agradecía el haberlo hecho sentir humano, por esa pequeña atención que había tenido con él. Dejó de sentirse en ese momento, un estorbo, un anciano solitario, un despojo que la sociedad inhumana y fría, esperaba impaciente su desaparición.
De repente fue un recuerdo traído a su estado actual y se sintió con vida, joven y viril, útil y apreciado. Pero lo que más me impresionó no fue ese cambio, sino la sabiduría de sus ojos. Porque el sabía que por unas monedas, tocaba las vidas de otros, con su triste ejemplo.
Concédeme Señor, el preparar dignamente mi vejez, dar sentido a mis días actuales. Que sepa ofrecer cariño a los nietos y vivir en el afecto de mis hijos.
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